Misterio Bajo la Carpa

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Capítulo 2

Magia y Misterio en el Circo Estelar

—¡No inventes! ¿Cuándo sucedió esto? —preguntó un confundido Preston que contemplaba el interior de una gran oficina con mesas, pantallas y sillas acomodadas.

—Necesitábamos mas espacio y le pedí a Terry que me ayudara a convencer a Hunter —respondió un emocionado Daniel.

Preston recorrió el área muy animado. Su amigo Daniel había mudado la oficina donde realizaban las investigaciones paranormales para que todos pudieran trabajar de manera conjunta. Su amiga Sage Walker se encontraba haciéndoles compañía, con los brazos cruzados y muy sonriente.

—¿Tú lo sabías? —preguntó Preston.
—Quería que fuera una sorpresa. Aparte de lo otro.
—Es increíble. No es como la otra oficina.
—Por Dios, Preston. En la otra oficina apenas cabíamos. Creo que, entre más misterio vamos resolviendo, necesitaremos un lugar para almacenar todo tipo de informaciones que surjan con el paso del tiempo. Además, Hunter no usa esta oficina y no tuvo objeción.

—¿Seguro que no le molesta?
—No —Daniel sacó una silla y le pidió a Preston que se sentara.
Preston puso las manos en los reposabrazos y recargó su espalda en el respaldo de la silla. Era bastante cómoda. Daniel, por su parte, ensanchaba sus azulados ojos del gusto que sentía mientras oprimía el botón de un control remoto para encender cada una de los monitores. Eran de 38 pulgadas lo que resultaba de gran ayuda visual.

—Abre el correo y muéstrale a Preston lo que recibí —pidió Sage a Daniel.
—¿Es acerca del misterio? —Preston se dirigió a Sage.
—Sí.

Daniel abrió la bandeja de entrada donde notaron un correo de una chica llamada Indira. En el correo se adjuntaba la fotografía de un circo que Preston parecía reconocer.

—Creo que vi ese circo la primera vez que llegué aquí.
—Es uno de los circos que se presenta cada año. Hay otros cuatro, pero este siempre me ha causado un poco de miedo —dijo Sage.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Preston.
—Porque es un circo cuyas funciones son nocturnas.
—¿Qué dice el correo, chicos?
Sage comenzó a leer:

“Hola. Mi nombre es Indira. Supe de tu blog por una amiga que va conmigo en la Universidad de Sacret Fire. Te escribo porque creo que hace un par de días vi algo extraño en el circo, donde trabajo haciendo limpieza. Escuché un grito y vi a uno de los payasos que trabajan aquí actuando de manera sospechosa. Se giró y me vio con mucho odio. Cuando pasó una hora fui recorrer el área donde estuvo y vi sangre. Desde entonces se siente raro el ambiente aquí. Creo que pudo haber hecho algo malo. ¿Podrías investigar? Gracias”.

—¿Solo eso? —preguntó Preston.
—Parece que sí. Valdría la pena investigar ¿no? Además, nunca hemos ido a un circo juntos —sugirió Sage.
—Suena bien. Llamaré a Terry —dijo Daniel.

****

El equipo paseó por un pasillo lleno de curiosidades y atracciones extrañas, desde una mujer con serpientes enredadas en su cuerpo hasta un hombre con una increíble destreza en malabares. Sage tomó nota de la extraña energía que parecía impregnar el lugar.

La entrada al Circo Estelar se desplegó con un aire mágico y nostálgico. Eran las cuatro de la tarde cuando Preston Wells, Sage Walker, Daniel Callaghan y Terry Blake arribaron. Un arco decorado con luces centelleantes marcaba la entrada principal, y dos estatuas majestuosas de elefantes parecían dar la bienvenida a los visitantes. El sonido de una música distante y el olor a palomitas impregnaron el aire, creando una atmósfera vibrante que encantó a los chicos.

Preston se acercó a la taquilla donde un letrero luminoso anunciaba las emociones que les aguardaban. Aunque su visita al circo era por cuestiones de trabajo, Preston y el resto no descartaban disfrutar las maravillas del espectáculo. La taquillera, vestida con colores llamativos y un sombrero extravagante, saludó a Preston Wells con una sonrisa amistosa. Detrás de ella, un cartel mostraba los diversos actos del circo. Preston pidió cuatro boletos, y ella les entregó las entradas decoradas con brillantina, ofreciéndoles una anticipación de la maravilla que les aguardaba.

Con los boletos en mano, los cuatro amigos se dirigieron a la carpa principal. El exterior de la carpa estaba adornado con motivos circenses pintados a mano: acróbatas en vuelo, leones majestuosos y payasos sonrientes. El suelo crujiente bajo sus pies indicaba que estaban a punto de entrar en un mundo diferente. La brisa les trajo risas lejanas y el rugido de animales exóticos que los llenaron de emoción.

Dentro de la carpa, se sorprendieron por la vastedad del espacio interior. Luces de colores parpadeaban, creando un espectáculo por sí mismas. Las gradas estaban dispuestas alrededor de un escenario central, y los asientos estaban decorados con telas vivaces. La música en vivo comenzó a llenar el aire, aumentando la anticipación. Algunos niños sonreían, y los adultos conversaban animadamente mientras buscaban el lugar ideal para disfrutar del espectáculo.

Preston, Sage, Daniel y Terry encontraron sus asientos y se acomodaron. Las luces tenues iluminaban las carpas y estructuras antiguas del circo, creando una atmósfera intrigante. La función comenzó con una gran carpa iluminada por linternas de gas. La audiencia estaba llena de expectación mientras el presentador anunciaba los actos. La tensión aumentó a medida que los actos se sucedieron:

Un hombre lanzaba bolas en llamas y las atrapaba en su boca, creando una atmósfera ardiente que mantenía a la multitud en vilo. Una hermosa mujer suspendida en un trapecio realizaba acrobacias elegantes en el aire, creando una sensación de magia en el circo. El acto más esperado fue el del enigmático payaso enmascarado, que realizó trucos desconcertantes, como desaparecer y aparecer en diferentes lugares, dejando al público asombrado.

Cuando la función llegó a su fin, Preston y los chicos salieron de la carpa principal. Aunque los asistentes se dispersaron, los amigos decidieron obtener más pistas sobre el misterio de Indira. Se dirigieron lentamente y tratando de pasar desapercibidos al patio de entrada, donde una figura enmascarada con una capa roja los saludó. Este personaje misterioso les indicó el camino hacia la salida, pero Sage decidió acercarse a él.

—Disculpa, sé que ya es un poco tarde, pero me preguntaba si podría hablar contigo.
—¡Qué directa! —exclamó Preston cruzando los brazos.
—La función de las 5 pm ha terminado, señorita. Pronto comenzará la función nocturna, si deseas entrar puedes volver a adquirir otro boleto en la taquilla.
—Gracias, pero quisiera hablar con la chica de la limpieza.
—¿Te refieres a Indira?
—Sí, está en la misma universidad que mis amigos y yo. Fue ella quien nos recomendó la función.
—Pueden buscarla en el Desfile de Rarezas.
—Gracias.

El equipo se paseó por un pasillo lleno de curiosidades y atracciones extrañas, desde una mujer con serpientes enredadas en su cuerpo hasta un hombre con una increíble destreza en malabares. Sage tomó notas en su teléfono móvil sobre la extraña energía que parecía impregnar el lugar. Mientras lo hacía, el joven Terry Blake alcanzó a ver a una chica que caminaba con un trapeador en mano y una cubeta dirigiéndose al patio de entrada.

—¡Hola, Indira! —saludó Terry.

La joven de tez morena, con el cabello amarrado en una coleta, se giró y vio a los cuatro jóvenes. Aunque no los conocía, reconoció a Sage, quien al verla levantó la mano y esbozó una sonrisa. Indira se acercó a ellos con la cara llena de sorpresa.

—No puedo creer que leyeras mi mensaje y vinieras al circo.
—Parecía que tu solicitud era genuina y queríamos ayudar.
—Quizás sería mejor encontrar un lugar privado para conversar.

Indira parecía un poco asustada y Sage lo notó de inmediato. La joven los condujo a una de las mesas utilizadas para comer, donde se quitó el mandil de trabajadora de limpieza, puso sus manos sobre la mesa y soltó un suspiro.

—No puedo olvidar lo que escuché esa noche. Parecía como si estuvieran asesinando a alguien.
—Exactamente, ¿qué fue lo que escuchaste?
—Limpié sangre cerca del remolque donde duerme ese payaso.
—¿Te refieres al de la función que vimos hace un rato?
—¿Entraron a una función?
—Es la única forma de que estemos aquí.
—Diablos. No creí que tuvieran que gastar…
—Descuida. Ha sido agradable.
—Entonces, ¿resuelves misterios con tus amigos?
—Son mis socios y sí, lo hacemos.

Indira exhaló una profunda respiración y movió la vista hacia uno de los remolques. Aunque había bastantes personas caminando por los alrededores, era fácil distraerse con cualquiera que cruzara su camino.

—Ese es el remolque de Freddy.
—¿Quién es Freddy?

—El payaso. Miren, desde hace unos días las cosas están un poco tensas. He visto al dueño del circo, el señor Page, de mal humor. He pensado en renunciar porque sé que algo sucede aquí, pero no quiero quedarme con los brazos cruzados.

—Descuida. Está bien.

Indira tomó el teléfono de Sage y guardó su número de contacto. Recogió sus pertenencias de trabajo y les pidió que se mantuvieran en contacto. Sage y sus amigos se dirigieron al remolque en cuestión, en cuya puerta estaba escrito el nombre de Freddy. Preston les pidió a sus amigos que lo esperaran en el patio de entrada, a lo que accedieron sin rechistar.

Preston tocó varias veces la puerta, pero nadie respondió. Decidió entrar con sigilo, inspeccionando cada paso que daba. Al fondo, pudo ver unos zapatos que captaron su atención. Preston los levantó y observó las suelas. Estaban manchadas de sangre, pero su inspección fue interrumpida cuando alguien abrió la puerta del remolque. Preston no supo qué hacer en ese momento. Se puso de pie, nervioso y estupefacto. No había lugar en el que pudiera esconderse.

—Diablos.

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