Misterio Bajo la Carpa

Capítulo 1
La desaparición del Doctor Wells
Preston sostuvo un teléfono antiguo de baquelita en la mano con un cable largo que se extendía hasta una base en una mesa cercana. Su rostro reflejaba asombro y confusión ya que no estaba familiarizado con aquel dispositivo del pasado. Sus gestos mostraron tranquilidad al colgar la llamada, mientras el dial del teléfono giraba lentamente hasta que escuchó el tono de marcado final. Exhaló profundamente y abrió la mochila que cargaba en su hombro.
Hacía pocas horas que dejó su casa para aventurarse en un viaje que le había prometido a su tío Howard Wells. Preston se dio prisa para abrir los cajones de una gaveta donde sacó decenas de documentos. En él también encontró libros que inmediatamente guardó en su mochila. Tenía unos pocos minutos antes de que algún familiar de Howard Wells se infiltrara en su departamento.
—De acuerdo. No tengo más espacio en mi mochila para más cosas, pero dijo que esto era lo que necesitaba.
Preston miró los documentos. Muchos de ellos eran hojas de investigación que Howard había elaborado durante los últimos años, por lo que no titubeó en guardarlos. Una vez que terminó, salió del departamento por la puerta de enfrente, cubriéndose la cara con una boina. Sin embargo, se dio cuenta de que no iba preparado para aquel viaje.
Era 23 de mayo de 1925 aquella tarde, por lo que de inmediato se escondió en un callejón al ver que dos personas se aproximaban desde el otro lado. Se dirigían al departamento de Howard. Preston reconoció a uno de ellos. Era su bisabuelo Lionel Wells.
—Ya es la cuarta vez que nos presentamos a declarar en el lugar y no hacen nada —dijo el hombre que Preston reconoció.
—No te preocupes, Lionel. Verás que con los titulares y el ruido que se está haciendo pronto tendremos noticias.
—Mi hermano no se desaparece así nada más. Algo extraño le sucedió.
Preston, vestido con sus ropas que parecían extrañas para la época, caminó tranquilamente por la acera. Aunque parecía un forastero en esa época, se movió con determinación por el vecindario, con un aire de asombro en sus ojos para pasar desapercibido.
Mientras caminaba cerca de la casa del desaparecido, su mirada se detuvo en un puesto de periódicos. En el puesto, los periódicos del día estaban exhibidos y uno de ellos tenía un titular en letras grandes y audaces que llamó su atención:
“Joven investigador desaparece misteriosamente”.
Preston se acercó al puesto y tomó el ejemplar. Su mirada expresó un gran asombro y curiosidad, como si estuviera procesando lo que acababa de descubrir. Los transeúntes que pasaban por la calle observaron al joven desconocido con asombro, tanto por su apariencia inusual como por su reacción ante el titular del periódico.
—¿Se lo lleva joven? —preguntó el vendedor.
—Sí —Preston se sacó unas monedas de su pantalón y le pagó— puede quedarse el cambio.
—Gracias —el hombre de barba blanca y bien vestido se guardó las monedas— ¿puedo preguntar de dónde viene? Es la primera vez que veo un atuendo como el que usted usa.
—Sacret Fire. Es muy lejos de aquí —Preston sonrió y se puso el periódico debajo del brazo.
Preston arribó al restaurante Sterling Town una hora más tarde. Estaba un poco lejos del lugar donde su tío Howard vivió sus últimos años antes de llevárselo al año 2014. Preston se llevó unas cuantas miradas de los comensales que se dieron cita en el restaurante por el atuendo que vestía. Decidió no darle importancia y se dirigió a una joven mujer que lo esperaba.
—Qué gusto verte —dijo Preston.
—El gusto es mío, Preston —dijo Bonnie Rittenhouse, que lo saludó con un cálido abrazo.
El joven tomó asiento mientras uno de los meseros les servía un poco de agua. Bonnie vestía un elegante abrigo color crema, un vestido que le llegaba a las rodillas y un sombrero negro. Su jovial sonrisa ponía de buen humor a cualquiera que se le acercara.
—Howard me enseñó a usar el teléfono que tiene en su casa. Son muy distintos a los de mi época.
—Lo bueno fue que me llamaste.
—Acabo de leer los titulares.
—Sí. Todos piensan que desapareció. La policía vino a mí porque sabían que éramos conocidos. Me rompe el corazón no volver a verlo porque lo quiero mucho, pero sé que estará bien contigo.
—No fue una decisión fácil, considerando que tengo 20 años y aún vivo con mis padres.
—Eres un héroe, Preston. No lo olvides.
—Gracias.
Preston le sonrió y se puso de pie. Él le entregó una hoja escrita con pluma. Era una carta de despedida de Howard Wells para Bonnie, en la que le pedía que se acercara a los Wells de vez en cuando. Bonnie leyó la carta y soltó unas cuantas lágrimas. Después, la guardó en su bolso y se despidió de Preston con un abrazo. Preston salió del restaurante y caminó por la acera, buscando un lugar privado para trazar su ruta de escape. Finalmente, se introdujo en el callejón y unas luces brillantes rodearon su cuerpo, desvaneciendo su presencia física a los pocos segundos.
Preston reapareció en su habitación cargando con una mochila y acomodándose su boina. Respiró profundo y se sintió feliz de volver a casa. Un hombre joven y de tez blanca y cabello castaño, que descansaba en un reposet, se paró cuando lo vio llegar.
—Me olvidé decirte que cambiáramos de atuendo —Preston se quitó la mochila y señaló la ropa del otro joven.
—Sí, pude darme cuenta. Espero que no hayas tenido problemas.
El otro joven era Howard Wells, al que Preston había rescatado días antes. Howard estuvo a punto de ser asesinado por los secuaces de un poderoso hombre de la mafia que se apellidaba Evans. Howard lo había buscado para pedirle financiamiento para uno de sus proyectos ya que sabía que el Señor Evans apoyaba a los jóvenes investigadores, pero todo parecía indicar que Howard representó una amenaza para sus intereses.
—¿Y bien? —preguntó Howard, que sostenía una tableta electrónica en manos.
—Tengo casi todo lo que me pediste. Creo que me arriesgué mucho. Mi bisabuelo Lionel llegó a tu departamento junto a otro hombre, casi después de que yo me saliera.
—Debió ser Matthew. Es nuestro primo.
—Todos los titulares de los periódicos hablan de tu desaparición —Preston le entregó un ejemplar— mira este periódico.
Howard miró el titular y su consternación le sacó un par de lágrimas. Se pasó la mano por los ojos y Preston le agarró el hombro.
—Así que ya está. Desaparecí y nadie volvió a verme.
—Estarás bien aquí, fuera del radar de esos hombres. Ya oíste a Diana hace unos días. Ella mencionó que hay planes para ti.
—Si, espero descubrir cuál es mi propósito en todo esto. Gracias por traer mis investigaciones. Lamento los riesgos en los que te puse.
—Estuvieron cerca de verme, solo eso.
—Se hubiesen asustado mucho. Lionel era demasiado quisquilloso y además se parece a ti.
—Parece que lo quisquilloso viene de familia. Por cierto, vi a Bonnie. Ella te manda muchos saludos.
—¿Le diste mi carta? —preguntó Howard consternado.
—Por supuesto.
Howard abrazó a Preston con lágrimas en los ojos. Su nostalgia indicaba lo mucho que lamentaba no haber podido despedirse de sus familiares, pero al menos pudo hacerlo de su amiga, quien tenía conocimiento de que la magia existía. Howard miró todos los documentos que Preston le entregó.
Tenía mucha felicidad en su rostro. Como si acabara de recuperar una parte de su ser y prácticamente se sentía completo, de nuevo. Mientras Howard revisaba el resto de los libros que Preston le había llevado, un teléfono sonó. Preston respondió su móvil y notó que era su amiga Sage.
—Hola Sage ¿cómo estás?
—Qué bueno que me respondes. No sabía cuándo volverías.
—Acabo de hacerlo. ¿Sucede algo?
—Sí. Acabo de recibir un nuevo misterio y necesito tu ayuda.
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