Las Crónicas de Sage Walker

Capítulo 3
Tras La Pista de un Fantasma
Sage había impreso una copia del artículo que encontró sobre la niña del cementerio. Apenas podía creer que aquella extraña pequeña apareciera en una fotografía tomada hace casi cien años. Sage estaba inquieta y no dejaba de pensar en sus hallazgos.
Recordar su conversación con la niña le ponía la piel de gallina. Ahora estaba más convencida de haber visto a un fantasma. Era la primera vez que tenía una experiencia paranormal, pero en lugar de asustarse se obsesionó más.
Su amigo Daniel la acompañó al cementerio esa misma noche, esperando encontrar algo que les ayudara a complementar su investigación. Cerca de los mausoleos que la niña indicó a Sage, ella y su amigo hicieron un inquietante descubrimiento.
—¡Mira! —señaló Sage, cuando vio a la niña parada frente a la entrada del mausoleo—. Ahí está. Parece que está hablando con alguien.
—¿Esa es la niña? —Daniel observó preocupado.
—Vamos —Sage jaló la mano de su amigo.
—No, Sage, mejor…
—¿Tienes miedo?
—¡Estamos viendo a un fantasma, Sage, por Dios!
Los gritos de Daniel se escucharon en gran parte del lugar. La niña se giró y logró verlos. Sage alzó la mano y saludó a la pequeña, pero esta comenzó a caminar hacia otra zona del cementerio. Sage la siguió, pero la niña desapareció, así que junto a Daniel entró al mausoleo.
En el interior encontraron una mesa de concreto y varias tumbas en los alrededores. Sage revisó los epitafios y descubrió que había varios miembros de la familia Deveraux sepultados en aquel lugar. Sage fotografió los epitafios, mientras Daniel miraba su BlackBerry. Cuando dieron las nueva de la noche, los dos abandonaron el lugar.
La mañana siguiente, Sage y Daniel se reunieron en la cafetería de su escuela. Conversaron sobre lo que vieron la noche anterior y Daniel pensó que lo mejor era llamar a Ellen Kripke. De esa forma podrían complementar sus investigaciones.
Daniel usó sus habilidades como experto en computación para obtener los números telefónicos de Ellen Kripke y esa misma tarde, después de las clases, Daniel y Sage llamaron a Ellen desde la biblioteca de la escuela. La llamada fue respondida a los tres timbrazos y Sage se paró del asiento.
—¿Diga? —contestó una voz al otro lado del teléfono.
—Hola. Buenas tardes. Lamento interrumpirle. Soy Sage Walker. ¿Estoy hablando con Ellen Kripke?
—Sí. ¿En qué puedo ayudarle?
Sage se inmutó por unos segundos. Su corazón palpitó rápido. Por un momento pensó en colgar la llamada porque se puso algo nerviosa, pero si desistía no encontraría las respuestas que quería. Decidió continuar cuando Daniel le tomó la mano y Sage pronunció una respuesta.
—Lo siento. Es que me emocioné cuando respondió.
—Ya veo. ¿Qué necesitas?
—La he llamado porque leí su artículo sobre la familia Deveraux y sus secretos, que publicó en 1986.
—Es un artículo muy antiguo.
—Cierto, pero me interesaba hacerle unas preguntas sobre su artículo, si no le incomoda.
—Para nada, pero por ahora, estoy ocupada. ¿Qué te parece si te pasas por mi oficina hoy después de las cinco?
—¿Su oficina?
—Sí, se encuentra sobre la avenida principal, pasando el cuervo.
—Oh, la estatua del cuervo.
—Así es.
Sage tomó nota de la dirección, muy emocionada y, cuando colgó la llamada, le contó a Daniel su siguiente paso. Daniel y Sage se quedaron en la biblioteca hasta las cuatro y media, revisando textos sobre las apariciones paranormales que se habían documentado en Sacret Fire.
Salieron directo a reunirse con la señora Ellen Kripke, quien afirmaba tener una oficina sobre la avenida principal. Daniel estacionó su coche cerca de la estatua del cuervo. El joven rubio y Sage descendieron del coche y, cuando pasaron cerca de la estatua, Sage detuvo a su amigo. Aquel misterioso monumento inquietaba a los viajeros que hacían su llegada a Sacret Fire.
Había una leyenda que decía que el cuervo se construyó para ahuyentar a las malas personas, pero Sage no estaba tan segura.
—Aquí es donde grabaron el vídeo que se volvió viral —Sage esperó presenciar el fenómeno del vídeo.
—Deberías haber visto la cantidad de personas que se reunieron aquí el día de ayer.
—¿Fuiste uno de ellos?
—Bueno, soy muy curioso. Pasé después de clases.
—¿Había muchas personas?
—Todos querían ver a la sombra.
—Yo no dudaría en que fuera cierto. No después de lo que hemos descubierto.
Sage y Daniel avanzaron cuando no vieron nada y se guiaron por la dirección que Sage llevaba escrita en un papel. Ellen Kripke era dueña de un portal de noticias conocido en la cuidad y los chicos no tenían idea. La oficina resultó ser un edificio enorme de tres pisos que llevaba por nombre “El Portal Digital de Sacret Fire”. Los dos fueron recibidos por la asistente de Ellen en la sala de espera y ella los dirigió a su oficina.
Cuando conocieron a Ellen, se sorprendieron mucho. Ellen tenía cuarenta y siete años, pero se veía mucho más joven. Cuando publicó el artículo tenía solo 24 años.
—Así que tú eres Sage Walker —saludó Ellen, que tenía el cabello rubio y oxigenado y llevaba un traje de vestir azul.
—Sí, mucho gusto —Sage se mostró emocionda.
—¿De casualidad eres familiar de Benjamin Walker?
—¿Cómo lo supo?
—No hay muchos Walker en Sacret Fire. Además, soy amiga de Deborah, que también es tu tía.
—Qué pequeño el mundo.
Sage se sorprendió mucho y compartió su reacción con Daniel, quien mostró su amabilidad. Ellen tomó asiento y cruzó una pierna encima de la otra y alzó la mirada, esperando que Sage comenzara sus preguntas.
—Quise verla porque estoy investigando a una niña.
—Déjame adivinar… ¿una pequeña de saco rojo con boina negra?
—Sí, ¿cómo lo supo?
—Esa niña se llama Andrea Deveraux.
—¿La ha visto?
—Sí, claro. Sobre todo en el cementerio y en esa casa, a la que no me he parado en veintitrés años.
—¿Después de que publicó su artículo?
—Es correcto. Esa niña se me apareció, frente a la escaleras. Me estaba observando con una mirada penetrante. Se acercó a mí y me asusté demasiado. Salí corriendo de la casa y desde entonces no he vuelto. Todos en la ciudad querían conocer la historia de la famosa bruja Claire Deveraux y yo fui una de las primeras personas que se encargó de investigarla. Sin embargo, la aparición de esa niña me paralizó y ya no seguí con mi investigación. Publiqué el artículo con la información que tenía. Ahora estoy más interesada en las historias de Terrance Mullen.
—Yo también vi a esa niña. De hecho, hablé con ella.
—¿Qué dices?
—Sí. Su aparición me inquietó mucho y por eso estamos aquí. Siento que me está guiando hacia algo que necesito descubrir.
—La información que puedo darte es la que publiqué en mi artículo y las fotografías que tomé con mi cámara de flash. Tú sabes, era 1986. Aunque debo admitir que admiro tu valentía.
—La he estado buscando desde entonces. De hecho mi amigo y yo la vimos ayer en el cementerio. Cuando la conocí pensé que era una niña perdida, pero ahora que sé que tuve una experiencia paranormal, estoy más interesada en ella.
Ellen se cruzó de brazos y se sorprendió por la tranquilidad de Sage al expresar sus afirmaciones. Ella abrió una cajonera y le entregó un sobre. Sage miró el contenido y encontró varias fotos antiguas. Eran de Claire Deveraux, aunque se veían algo borrosas. Su rostro apenas se apreciaba.
—¿Por qué no vas a casa de Claire?
—¿La casa de la bruja Claire? —Daniel se pasó saliva.
—Sí, tal vez descubran cosas que yo no fui capaz de descubrir. Yo no estoy dispuesta a regresar, pero tal vez ustedes sí.
—De acuerdo —afirmó Sage, sin titubear.
—¿Qué? —Daniel miró a su amiga, boquiabierto.
—Sí, vamos Daniel.
Daniel no estaba tan seguro y pensó que Sage estaba tomando una decisión apresurada.
—Escribe un artículo sobre esa niña y su familia y, cuando lo tengas, ven a verme. Estaré encantada de leerlo.
Cuando salieron de la oficina de Ellen, Sage no podía ocultar su entusiasmo por la propuesta de Ellen. Daniel pensó que Ellen quería que Sage terminara algo que ella comenzó cuando era joven, pero a Sage no le importaba. Ella quería una historia y estaba dispuesta a ir por ella.
La mañana del sábado 28 de mayo de 2009, Daniel pasó por Sage a las doce del medio día. Ambos pensaban que era el horario más conveniente para hacer una visita al lugar. Daniel aún continuaba pasmado por los descubrimientos y por la aparición que atestiguó de la niña.
—¿Te vas a quedar así siempre?
—Cómo?
—Sé que estamos metiéndonos en cosas que no conocemos, pero estoy segura de que aquí hay una historia que debemos conocer y mi intuición me dice que sigamos buscando.
—Lo hago porque eres mi amiga, Sage, pero estoy aterrado.
Sage tomó el brazo de su amigo y le regaló una sonrisa. El joven condujo hasta las afueras de Sacret Fire, donde avistaron una casa antigua. Sage observó que se trataba de una vivienda vitoriana. Ella cruzó la reja que rodeaba la casa, muy emocionada, mientras Daniel avanzaba con paso lento y un trepidante miedo.
De pronto, Sage sintió un fuerte escalofrío y se paralizó por unos segundos. La entrada de la casa le transmitió una fuerte pesadumbre. Daniel intentó convencerla de volver a su hogar, pero Sage se negó. Tenía que ingresar a la casa de Claire a como diera lugar.
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